Tratamiento del sobrepeso
Concepto
El sobrepeso y la obesidad se define como un exceso de grasa corporal que va a repercutir negativamente sobre nuestro estado de salud, sobretodo cuando su distribución está centralizada, no es un asunto meramente estético, esta situación lleva consigo comorbilidad asociada. El obeso tiene grandes posibilidades de presentar diversas patologías, a esta situación se denomina comorbilidad. Entre ellas podemos citar: alteraciones metabólicas (HTA, dislipemias, diabetes, úrico..), alteraciones cardiorespiratorias (apnea del sueño…), alteraciones óseas, digestivas, cáncer, alteraciones en la mujer (ovarios poliquísticos, infertilidad…) entre otras.
Etiología
Es una enfermedad multifactorial donde intervienen diversos factores en su desarrollo: genéticos, endocrinos, farmacológicos o medioambientales (alimentación inadecuada y sedentarismo) , el 99% de los casos de obesidad se deben a dietas hipercalóricas, en la mayoría la responsable es una mala alimentación, se trata de un desequilibrio nutricional, la ingesta es superior al gasto energético total diario, dicho excedente de energía se transforma en grasa con el consiguiente sobrepeso, para entendernos, por comer demasiado. Solo un 1% se debe a otros factores, genéticos, farmacológicos…es decir, obesidad patológica.
Obesidad…¿patológica o fisiológica?
Para detectar si estamos ante un obeso fisiológico o patológico debemos en primer lugar analizar la alimentación y corroborar que efectivamente el paciente está sometido a ingestas excesivas, sin embargo, este punto es delicado y no siempre “fiable” pues el obeso tiende a infravalorar lo que come mintiéndonos inconscientemente, por tanto, lo que realmente nos ayudará a verificar si es obesidad patológica y el paciente está dentro de ese 1% de obesos es, una vez instaurado el tratamiento hipocalórico, la respuesta a él, si la dieta no es efectiva estamos ante un caso patológico de obesidad y se deben valorar otros tratamientos alternativos en función a cual sea la causa del sobrepeso, fármacos, alteraciones hormonales… Dada la situación es importante tener al corriente al paciente, debe saber que existe la posibilidad de que el tratamiento hipocalórico no sea eficaz.
Fármacos inductores de obesidad: OREXIGENOS
En primer lugar comentar la posible toxicidad en el obeso debido a la polimedicación: es un paciente que debido a las diversas complicaciones crónicas que suele presentar ingiere gran cantidad de fármacos, muchos de ellos liposolubles acumulándose en el tejido adiposo convirtiéndose éste en un gran reservorio. Cuando el obeso adelgaza y pierde grasa se produce una entrada masiva de fármaco al torrente sanguíneo encontrándonos en una situación peligrosa de toxicidad. Algo que debemos tener muy en cuenta.
Como hemos comentado puede existir un componente farmacológico responsable de la obesidad. Muchas terapias farmacológicas presentan ésta como efecto adverso debido a que incrementan el apetito (orexigeno) al actuar sobre el sistema nervioso:
1–Farmacos psiquiátricos: Benzodiazepinas , antidepresivos triciclicos (amitriptilina…), IMAO, carbonato de litio y valproato (antiepiléptico).
2–Otros: antihistamínicos H1 (Astemizol), hipoglucemiantes orales, anticonceptivos orales y derivados de la testosterona.
En el caso de la psiquiatría el tratamiento suele ser prolongado llevando a aumentos de peso importantes. Ello complica el éxito de la terapia psiquiátrica “la depresión puede agudizarse en lugar de revertir”. Por ello se debe encontrar la solución a dicho efecto adverso: constatar que el transtorno (obesidad) se debe al fármaco y no a otros factores, alimentación adecuada y ejercicio físico ( aunque no sea la dieta la responsable) y modificación del tratamiento farmacológico ( reducir la dosis; complementar con un fármaco antagonista, anorexígeno y en caso de gravedad suspender el tratamiento y buscar una terapia alternativa, fluoxetina, antidepresivo con acción anorexígena).
Diagnostico: Valoración de la obesidad
Para su diagnóstico es imprescindible llevar a cabo una adecuada anamnesis: historia clínica completa recabando información general, antecedentes familiares y personales, evolución de la obesidad , análisis de la alimentación y estilo de vida.
Evaluación antropométrica: determinación del IMC para clasificar el tipo de sobrepeso-obesidad. Más que el peso lo que realmente nos interesa es si existe excedente de grasa, para ello se recurre a la valoración de la composición corporal (determinación de pliegues cutáneos, BIA…), y si dicha grasa está centralizada recurriendo a la determinación del perímetro de cintura, mejor indicativo de grasa visceral y por tanto riesgo cardiovascular.
El IMC ha sido el parámetro más utilizado pero en la actualidad se considera inadecuado e insuficiente, por ejemplo, un individuo que hace mucho deporte tendrá un IMC elevado por tener mucha masa muscular y una cantidad normal de tejido adiposo, según el IMC el sujeto sería obeso. Otro ejemplo, un sujeto con un IMC adecuado (normopeso) pero con un perímetro de cintura elevado, esta persona a pesar de estar en su peso tiene excedente de grasa en la zona abdominal, a esto se denomina “obesidad oculta”. Hoy se prefiere utilizar el perímetro de cintura considerando que un perímetro >102 cm en hombres y >88 cm en mujeres correspondería a individuos obesos.
Analítica general: se recurrre a ella para detectar si existe comorbilidad asociada, alteraciones derivadas del exceso de grasa visceral , adquiere más o menos relevancia en función a lo analizado hasta el momento, si existe un componente adiposo elevado y centralizado se hace totalmente necesaria. Con un hemograma, glucemia basal, perfil lipídico, renal, hepático y uratos es suficiente para descartar todas aquellas complicaciones que con más frecuencia se asocian a la obesidad así como la determinación de la tensión arterial.
Tratamiento de la obesidad en Castellón
CRITERIO DE INTERVENCIÓN TERAPEÚTICA
Para la selección e instauración del tratamiento adecuado son diversas las herramientas utilizadas: tratamiento dietético (desde simples recomendaciones a dietas hipocalóricas), ejercicio físico, tratamiento farmacológico y quirúrgico. Respecto al tratamiento dependerá de tantas variables que no es fácil estandarizar un protocolo de actuación. En función al diagnostico (IMC, cantidad y distribución de la grasa, comorbilidad) se seleccionan unas u otras y se debe seguir un protocolo recurriendo a “criterios de intervención terapéutica”. Cuanto más complicada sea la situación ponderal del paciente más riguroso será el tratamiento, más herramientas se deberán emplear pero teniendo en cuenta la enorme influencia que ejerce la alimentación sobre el desarrollo de esta complicación, la dietoterapia se convierte en una pieza clave siendo el tratamiento dietético el principal protagonista.
Población entre IMC 18.5 y 24.9 kg/m2. NORMOPESO : los pacientes normopeso en principio no requieren intervención, sin embargo la situación cambia y se precisa especial vigilancia si se encuentran en la granja alta del grupo, cuando se observa incremento ponderal del peso en el último año (más de 5 kg), cuando dicho aumento es sobretodo del componente adiposo, especialmente abdominal y si presenta complicaciones metabólicas (glucosa, lípidos o tensión). En estos casos el paciente tiene alto riesgo de desarrollar obesidad, es importante identificar a esos pacientes e instaurar las medidas de prevención oportunas: reforzar consejos de alimentación saludable y fomentar la actividad física.
Población entre IMC 25 y 26.9 kg/m2, SOBRESO I: en esta franja en la que está incluida el 20% de la población española, la visita médica es obligada. La intervención no está justificada si el peso es estable, la distribución de la grasa es periférica y no hay enfermedades asociadas. Estará justificada si existen factores de riesgo asociados y/o distribución central de la grasa: consejos dietéticos, fomento de la actividad física y controles periódicos.
Población entre IMC 27 y 29.9 kg/m2, SOBRESO II: En esta franja lo habitual es que empiece a manifestarse la comorbilidad asociada a la acumulación adiposa especialmente si ésta es de tipo central. Si el peso el estable, la distribución de la grasa es periférica y no existen factores de riesgo asociados la intervención es opcional pero por desgracia esto es lo menos frecuente y el paciente debe ser tratado de forma rigurosa con el objetivo de pérdida del 5-10% del peso inicial: tratamiento hipocalórico, fomento de actividad física y controles periódicos. Si el objetivo propuesto no se consigue en le plazo máximo de seis meses se valorará el tratamiento farmacológico.
Población con IMC entre 30 y 34,9 kg/m2 (Obesidad grado I). Presenta alto riesgo de aparición de comorbilidades. La alteración del metabolismo hidrocarbonado, en especial la aparición de DM2, la dislipemia, y la hipertensión arterial, son ya muy frecuentes. El tratamiento de esta situación es obligatorio. La dieta hipocalórica y el ejercicio físico personalizados deben complementarse con el tratamiento de las comorbilidades, que pese a mejorar todas con la pérdida de peso, podrán precisar casi todas, al menos por un tiempo, del uso de los fármacos correspondientes. El uso supervisado de fármacos antiobesidad puede ser muy beneficioso. Los pacientes deben ser evaluados al inicio en una Unidad de Obesidad Especializada y en su seguimiento será compartido con los médicos de Atención Primaria. El objetivo principal es reducir el peso al menos un 10 % para que disminuya el riesgo cardiovascular. El mantenimiento del peso perdido mediante el seguimiento adecuado del paciente será otro objetivo fundamental tras la pérdida ponderal.
Población con IMC entre 35 y 39,9 kg/m2 (Obesidad grado II). Esta situación se acompaña de una alta comorbilidad, por lo que la estrategia terapéutica debe ser parecida a la del apartado anterior, aunque los objetivos propuestos deben intentar superar la pérdida del 10% del peso corporal. Si los citados objetivos no se cumplen en un período de tiempo razonable (seis meses), y el paciente padece comorbilidad importante, debe ser remitido a una unidad hospitalaria de obesidad especializada con el objetivo de estudiar la posibilidad y conveniencia de otras medidas terapéuticas (dietas de muy bajo contenido calórico, cirugía bariátrica…).
Población con IMC entre 40 y 49,9 (obesidad grado III) o igual o superior a 50 kg/m2 (obesidad grado IV). La obesidad grado III y IV implica gravedad, principalmente cardiovascular, extremadamente importante que todavía se exacerba ante el fracaso terapéutico a las medidas habituales de dieta y ejercicio. La cirugía bariátrica es frecuentemente el tratamiento de elección para la mayoría de estos pacientes, por lo que estos pacientes tienen que ser remitidos a Unidades de Obesidad Especializadas. En espera de la cirugía, al mejorar el pronóstico, si el paciente pierde peso puede estar indicado el inicio de dietas de muy bajo contenido calórico.
1-TRATAMIENTO DIETÉTICO HIPOCALÓRICO
Tratamiento dietético seleccionado variará en función al diagnostico, desde unas meras recomendaciones dietéticas a un riguroso tratamiento hipocalórico. En “criterio de intervención terapéutica” podemos observa como a medida que se complica la situación del paciente (mayor IMC, grasa central y comorbilidad) más estricto es el tratamiento en sí y en cuanto a las medidas dietéticas también, será a partir de sobrepeso II cuando se hace necesaria la instauración del tratamiento hipocalórico.
En el tratamiento hipocalórico el parámetro a controlar es la energía, se debe diseñar una dieta hipocalórica individualizada y adaptada a la situación de la persona. Tanto el tratamiento pautado como la educación nutricional se deberá adaptar a la situación fisiopatológica, edad y sexo del paciente, valorar ausencia-presencia de patologías (en caso de existir comorbilidad deberán tratarse las enfermedades detectadas tanto farmacológicamente como dietéticamente) o situaciones de interés en las que la demanda nutricional está aumentada y por tanto requerirán un tratamiento especial (embarazo, adolescencia, vejez, deporte…), de ahí la importancia de la personalización del tratamiento propuesto.
Nuestros objetivos: serán una pérdida de peso razonable (cuidado, a costa del exceso de grasa corporal preservando la masa magra, para ello es imprescindible el ejercicio físico) reducir o prevenir posibles complicaciones asociadas y sobretodo mantenimiento de dicho peso. Para ello la dieta elaborada será una dieta variada en alimentos y equilibrada en nutrientes con el fin de preservar o mejorar el estado de salud del paciente así como la instauración de buenos hábitos que contribuirán al mantenimiento del peso alcanzado.los objetivos de pérdida de peso no deben centrarse en alcanzar el peso ideal, sino en conseguir pequeñas pérdidas de peso (entre un 5-10 % del peso inicial) pero mantenidas a largo plazo. En casos de especial gravedad tiene sus indicaciones la cirugía de la obesidad.
En cuanto a la comorbilidad asociada, sobretodo HTA ( hipertensión arterial), dislipemias (desorden de los lípidos plasmáticos) y diabetes; parámetros que deben ser vigilados muy de cerca pues aunque no estén es cuestión de tiempo que acontezcan si no corregimos el sobrepeso, mejor dicho, el excedente de grasa, de hecho la obesidad es la antesala a todas estas patologías crónicas, por tanto con la terapia nutricional al reducir la grasa corporal estaremos tratando y mejorando dichos factores de riesgo y en caso de no haberlos estaremos evitando su aparición.
Es importante considerar las ventajas para la salud y la calidad de vida de obtener resultados moderados pero que se puedan mantener indefinidamente frente a los inconvenientes de resultados más agresivos que raramente podrán mantenerse en el tiempo. Conseguir el peso ideal ya no solo es difícil, una vez alcanzado esclaviza a la persona a dietas muy restrictivas poco saludables e insostenibles en el tiempo volviendo a ganar el peso perdido. Alcanzar un peso razonable nos va a permitir una dieta equilibrada, sin restricciones, sostenible y atractiva manteniendo así el peso, además de conseguir beneficios sustanciales en nuestro estado de salud reduciendo complicaciones asociadas.
La clave esta en la cantidad más que en la calidad del alimento. Para determinar el valor calórico de tu dieta debemos en primer lugar determinar tu gasto energético total calculando el gasto basal (la energía que tu organismo emplea para mantener sus funciones vitales, el cual depende de la masa celular activa, es decir, tu masa muscular, cuanta mas proteina mayor sera el gasto basal, cada uno tenemos nuestro propio gasto basal) y el gasto por actividad fisica. A modo de ejemplo y para que lo entiendas, si tu GET es de 2000 kcal, a ello le restamos el 30% y ya tenemos el valor energético de la dieta, es decir, TU dieta hipocalorica será de 1400 Kcal. Al existir un balance energético negativo perderás peso. Imagina una persona cuyo GET es de 1400 kcal, esta dieta para ella es normocalórica y por tanto ineficaz, con ella no conseguiría adelgazar, ¿entiendes ahora la importancia de la individualizacion del tratamiento?
¿Cuánto peso se puede perder?
La restricción energética de 500 a 1.000 kcal/día, es decir el 30% al que hacíamos referencia, respecto al gasto se traduce en una pérdida ponderal de 0,5-1,0 kg/semana, lo que representa un promedio de un 8-10% del peso corporal inicial a lo largo de 6 meses (aunque esta relación no es totalmente lineal durante este periodo de tratamiento), recordemos que ese es el objetivo. Esta restricción no debería comportar un aporte calórico por debajo de 1.000-1.200 kcal/día en mujeres y 1.200-1.600 kcal/día en hombres.
Las primeras dos semanas se pierden más cantidad debido a la pérdida de las reservas de glucógeno (próximas a los 2 kg) y que en realidad comporta más pérdida de agua ligada al almacenamiento del glucógeno que a grasa. Por tanto, la pérdida de peso a expensas de grasa –que es lo que sobra en la obesidad-, necesariamente debe ser LENTO, pues es a partir de las dos-tres semanas cuando el tejido adiposo empieza a movilizarse. De tal manera que dietas que propugnen pérdidas rápidas de peso, casi seguro que hacen perder más kilos, pero de masa magra (agua y músculo) que se recupera con más facilidad.
Aún así, la pérdida de peso conlleva irremediablemente a una pérdida de masa magra en todas las personas. Esa pérdida de masa magra debe situarse en una proporción no superior al 25 %. Es decir, de 10 kg de pérdida de peso, 7.5 kg como mínimo de grasa y 2.5 kg como máximo de magra. Esto es motivo del enlentecimiento e incluso estancamiento del peso corporal cuando transcurren varias semanas de hacer dieta debido a que la proteína es la responsable de nuestro gasto energético basal, al perder magra ralentizamos el metabolismo y comiendo lo mismo ya no adelgazamos, estancamiento…¿cómo se puede compensar esta situación? Primero, que la dieta sea ligeramente hiperproteica para compensar las pérdidas (entre el 20-25 %, máximo un 30 %) ayudando a preservar la masa magra corporal y manteniendo el metabolismo energético en activo y segundo, realizando ejercicios musculares de resistencia (anaeróbicos) que contribuyan a incrementar la masa muscular.
El siguiente paso, la dieta debe ser equilibrada en nutrientes, debemos asegurarnos que cubrimos todas las demandas nutricionales tanto macronutrientes (prot, grasas e hc) como micronutrientes (vit y min), agua y fibra. Debemos entender que los alimentos estan formados por dichos nutrientes y que no existe el alimento que por sí solo aporte todos los nutrientes en cantidades necesarias, de ahí que para que la dieta sea equilibrada en todos ellos es necesario que sea lo mas variada posible, cuantos más alimentos aporte la dieta mayor seguridad tendremos de cubrir dichos requerimientos nutricionales. Por ello debemos desconfiar de aquellas dietas que restringen nutrientes, como grasas o hidratos de carbono, la grasa en cantidades adecuadas son necesarias, los hidratos de carbono, es decir, la glucosa es el combustible de las celulas, el único para las neuronas, lo que significa que si el organismo no la recibe se desencadenaran graves consecuencias como resorción o desgaste muscular, alteración de las funciones cognitivas entre muchas otras. Por tanto, en nuestra dieta encontraremos toda clase de alimentos, incluso aquellos que “engordan” pues como he dicho la clave esta en las cantidades y si el valor global de la dieta incluso comiendo este tipo de alimentos se ajusta a esas 1400 kcal, perderemos peso.
Monitorización y seguimiento. Educación Nutricional.
Hemos diseñado una dieta hipocalórica, variada y equilibrada con la que perderemos peso preservando el estado de salud, una dieta atractiva adaptada a nuestras preferencias, estamos aprendiendo a comer. Por otro lado, nuestro objetivo es perder peso a costa de la grasa, incluso con dietas seguras al principio es inevitable la perdida de agua y proteina, será a partir de la 2º-3º semana cuando empieza a movilizarse la grasa, es decir, ahora empezamos a “adelgazar”. Es cierto que la pérdida de peso es lenta y gradual, y los resultados empiezan a verse a medio –largo plazo, pero seguros pues conseguimos nuestro proposito, perder grasa preservando la masa muscular. Esto solo es posible con dietas seguras, equilibradas y sostenibles en el tiempo en las que comemos de todo, educacion nutricional, con lo que conseguimos otro de nuestros objetivos , el mantenimiento del peso. Con las dietas milagrosas perdemos peso a costa del agua y la proteina, y cuando empezamos a movilizar la grasa la dieta ha acabado al no ser llevaderas (no puedes pasarte la vida comiendo solo piña, por ejemplo), al volver de nuevo a nuestros malos hábitos, pues no hemos aprendido a comer, volvemos a recuperar el peso perdido, y lo peor de todo, no recuperamos la proteina y el agua, sino que lo hacemos a modo de grasa, volvemos a pesar lo mismo pero con un porcentaje de grasa mayor.
El elaborar una dieta de estas características (adaptada al paciente en cuanto a gustos, preferencias…una dieta atractiva) garantiza en parte la adhesión al tratamiento, clave en el éxito de éste. Para garantizar fidelidad es fundamental, tambien, un seguimiento y monitorización periódico, al prinpipio semanal, con el fin de valorar la respuesta al tratamiento, posibles conflictos con la dieta y si es necesario la modificación de parámetros, asi conseguiremos efectividad en el tratamiento como el compromiso del paciente, los buenos resultados servirán de motivación asegurando el no abandono y la adhesión al tratamiento.
2-PLAN DE ACTIVIDAD FÍSICA
La actividad física es un componente clave en la pérdida de peso SIEMPRE acompañado de un plan de alimentación adecuado, la práctica de ejercicio físico como forma aislada en el tratamiento del sobrepeso no parece tener un papel destacado aunque son incuestionables sus innumerables beneficios sobre la salud en general:
- Favorece la pérdida de peso junto a un programa de alimentación adecuado.
- Ayuda a mantener el peso perdido.
- Contribuye a la prevención del sobrepeso y la obesidad, tanto en niños como en adultos.
- Mejora el perfil lipídico, disminuyendo las concentraciones de triglicéridos, cLDL e incrementando las de cHDL.
- Mejora la sensibilidad a la insulina, el metabolismo de la glucosa y el control metabólico de las personas con diabetes.
- Previene las enfermedades cardiovasculares
- Mantiene la integridad de la densidad ósea
- Mejora el control de la presión arterial en sujetos hipertensos
- Tiene efectos psicológicos positivos: aumenta la autoestima, disminuye la ansiedad y la depresión.
- Disminuye el riesgo de enfermedad biliar asintomática
- Disminuye el depósito de grasa abdominal
- Mejora la capacidad respiratoria
La mayoría de personas obesas tienen una vida sedentaria . Por ello se debe plantear comenzar con actividad física lenta pero progresiva hasta alcanzar los objetivos en cuanto al peso. Se debe fomentar el aumento de actividades cotidianas como subir escaleras, caminatas, transporte público…a medida que el sujeto va perdiendo peso se puede incrementar tanto la intensidad como la frecuencia y duración hasta alcanzar un mínimo de 45-60 min diarios. Es muy importante tener presente que para que la actividad física sea eficaz tanto para perder como para mantener el peso a largo plazo es totalmente necesario que se realice con una determinada intensidad y esfuerzo. Solo los ejercicios de actividad moderada-intensa permiten alcanzar dichos objetivos: nadar, bicicleta, gimnasia, deportes como el futbol, tenis…es decir, no serán suficientes las actividades cotidianas de las que hacíamos referencia al principio.
La actividad física en el contexto del tratamiento de la obesidad, tiene su principal acción en el control de la recuperación del peso corporal, en otras palabras, en el mantenimiento del peso corporal. Realmente es la dieta hipocalórica la que hace que el sujeto pierda peso; en ese punto, la actividad física contribuye poco. No así en el mantenimiento del peso perdido, donde el ejercicio será el principal responsable. Aproximadamente se necesitan unos 60 min/día x 5 días a la semana de promedio para asegurar una pérdida mantenida del 10 % del peso corporal. Cuanto más se aleje de este objetivo, la recuperación del peso será mayor.
Por último, son recomendables ejercicios de resistencia 2 ó 3 días a la semana, que impliquen a los principales grupos musculares, utilizando 8-10 ejercicios diferentes, con un conjunto de 10-15 repeticiones para cada tipo de ejercicio programado, con ayuda de pequeñas mancuernas. Como ya se comentó anteriormente se debe recurrir al ejercicio anaeróbico como estrategia junto con un ligero aumento proteico en la ingesta cuando se produce estancamiento al llevar unas semanas a dieta debido a la pérdida de masa magra inevitable. Con ello compensamos dicha pérdida.
La actividad física se deberá adaptar a las diferentes etapas de la vida de la persona; normalmente será más intensa en el caso de los niños y adolescentes, mientras que en la edad adulta, se buscan actividades encaminadas a mejorar el rendimiento cardiovascular, la fuerza muscular, evitando las lesiones osteomusculares.
3-TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Como ya hemos visto anteriormente para que el componente farmacológico forme parte de la terapia se deben cumplir unos requisitos, valorando su incorporación a partir de un IMC superior a 27, es decir, sobrepeso II, existencia de grasa visceral, factores de riesgo asociados y tratamiento propuesto con un máximo de 6 meses (dietético y fomento del ejercicio) fallido.
En España solo hay dos fármacos aprobados con esta indicación:
1-Sibutramina (“Reductil”):
- Mecanismo de acción: debido a que actua sobre el sistema nervioso central inhibe el apetito (anorexígeno) y aumenta el gasto energético activando el metabolismo.
- Forma de administración y reacciones adversas: se utiliza a la dosis de 10 mg/kg/día generalmente por la mañana. Los efectos nocivos son diversos, sequedad de boca, cefaleas, insomnio y estreñimiento son los más frecuentes.
2-Orlistat (“Xenical”):
- Mecanismo de acción: es un inhibidor de la lipasas gástricas y pancreáticas impidiendo la digestión de las grasas y su posterior asimilación por parte del organismo eliminándolas con las heces.
- Forma de administración y reacciones adversas: se administra 3 veces/día durante o inmediatamente antes de las comidas. Si el paciente no pierde, al menos, un 5% de su peso durante los tres primeros meses de tratamiento se debe suspender. Los efectos adversos más frecuentes son a nivel gastrointestinal, flatulencia, distensión abdominal, esteatorreas (heces grasas)…que pueden minimizarse reduciendo la cantidad de grasa en la dieta.
Otros farmacos anorexígenos: de acción central, Anfetaminas, Teofilina (antihistamínico) y Cafeina. En cuanto a las anfetaminas fueron retirados por los enormes y peligrosos efectos adversos que ocasionaba. De acción periférica, Salbutamol (antiasmático), Levodopa (antiparkinsoniano), Fluoxetina (antidepresivo). Todos ellos fármacos cuya indicación nada tiene que ver con la obesidad considerando su acción anorexígena cono un efecto adverso.
Fitoterapia
En el campo de las plantas medicinales hay varias alternativas de tratamiento como es el uso de plantas saciantes y modificantes de la absorción de nutrientes, plantas que modifican al absorción de azúcar, plantas con principios activos modificadores de la lipogenesis, especies con actividad termogenica, plantas diuréticas, especies que modifican la función hepatobiliar y digestiva, y por ultimo las especies laxantes. Tanto las laxantes como las diuréticas no son adecuadas en el tratamiento del sobrepeso, únicamente como ayuda en determinados casos.
Su uso debe ser SIEMPRE como coadyuvante a unos habitos alimenticios y de vida saludables, valorando la situación individual del paciente, fisiológica y patológica, sin que existan indicios de posibles contraindicaciones. Debemos tener muy presente que a pesar de su “inocuidad” pueden resultas nocivas en según qué situaciones, por ello, lo más recomendable es tratar el sobrepeso con una alimentación adecuada y ejercicio físico.
1-Plantas saciantes y modificadoras de la absorción, plantas con mucilagos: Ispagula, Zaragotana, Konjak, Lino, Fucus.
2-Plantas que modifican la absorción de azucares: Gymnema silvestre.
3-Plantas con principios modificadores de la lipogenesis : Garcinia (impide la síntesis de triglicéridos, colesterol y ac. Grasos).
4-Plantas con actividad termogénica, especies con cafeína: Cola, Guaraná, Mate y té.
5-Plantas diuréticas: Ortosifón (Té de Java), Abedul, Vara de oro, Cola de caballo, Ortiga, Diente de león, maíz, judía, perejil, grama, brezo.
6-Plantas que modifican la función hepatobiliar y digestiva: Alcachofa, Boldo, Cúrcuma, Romero.
7-Plantas laxantes: Cassia angustifolia, Cassia senna, cascara sagrada.