1. Evaluación del estado nutricional del paciente
Para conocer el estado fisiopatológico del paciente y así poder individualizar el tratamiento es necesario recopilar toda la información necesaria a través de las siguientes herramientas:
Toma de medidas antropométricas. Con el uso de la impedancia bioeléctrica que permite analizar la composición corporal del paciente.
Historia dietética. Se debe realizar una valoración exhaustiva de la ingesta del paciente para poder detectar hábitos incorrectos y posibles desequilibrios nutricionales, es decir, identificar todo aquello que nos ha llevado a la actual situación, se trata de cambiar nuestra conducta alimentaria arraigando buenos hábitos para siempre.
Actividad física. La práctica habitual de ejercicio físico es imprescindible para conseguir y preservar un buen estado de salud por los innumerables beneficios que aporta (mejora el perfil lipídico, glucémico, tensional, refuerza el sistema inmune, mejora nuestra autoestima, mantiene los huesos fuertes y sanos…). Debemos saber transmitir a la persona su importancia y que se convierta en una filosofía de vida al igual que una alimentación variada, completa y equilibrada.
Historia clínica. Mediante la cual recabamos información en cuanto a su estado de salud, revisión de una analítica reciente para saber si existen complicaciones metabólicas o desequilibrios nutricionales debemos conocer también los antecedentes familiares, fármacos o suplementos que toma, presencia/ausencia de situaciones fisiológicas especiales, intolerancias alimentarias o bien intervenciones quirúrgicas.